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El ácido fólico (vitamina B9) y la vitamina B12 son dos vitaminas del grupo B. El ácido fólico actúa desde el inicio de la gestación, por lo que se recomienda su suplementación en la mujer embarazada. El ácido fólico contribuye al crecimiento de los tejidos maternos durante el embarazo. Una ingesta suplementaria de ácido fólico incrementa el nivel de folato materno. Una cantidad baja de folato materno es un factor de riesgo de defectos del tubo neural en el feto en desarrollo. Las mujeres embarazadas deben saber que este efecto beneficioso se obtiene con una ingesta diaria suplementaria de ácido fólico de 400 μg durante al menos un mes antes de la concepción y hasta tres meses después de ésta. Además, tanto el ácido fólico y la vitamina B12 contribuyen al proceso de división celular.

El yodo es un oligoelemento. Durante el embarazo aumentan las necesidades de yodo. El yodo actúa durante el embarazo en el desarrollo neurológico del futuro bebé contribuyendo a la función cognitiva normal y al funcionamiento normal del sistema nervioso.

La colina está reconocida como un nutriente esencial. Durante el embarazo aumentan las necesidades de colina. La colina contribuye al metabolismo normal de la homocisteína.

El hierro es otro oligoelemento. Durante el embarazo se produce un aumento considerable de los requerimientos de hierro para asegurar las reservas de la madre y el adecuado aporte al niño. Es un mineral muy importante ya que contribuye al transporte normal de oxígeno en el cuerpo y al proceso de división celular.

La vitamina D es necesaria para el crecimiento y el desarrollo normales de los huesos y músculos en los niños y contribuye al funcionamiento normal del sistema inmune. Durante el embarazo se precisan niveles adecuados de vitamina D en la madre para que el calcio se absorba correctamente.

Durante el embarazo el consumo materno de DHA contribuye al desarrollo normal del cerebro y de los ojos del futuro bebé. Las mujeres embarazadas deben saber que este efecto beneficioso se obtiene con una ingesta diaria de 200 mg de DHA además de la ingesta diaria recomendada de ácidos grasos omega-3 para los adultos, esto es, 250 mg de DHA y de ácido eicosapentaenoico (EPA).